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viernes, 15 de septiembre de 2023

RECUERDOS DE CONEJEROS: BAR LA MACHACA


 HOLA, BIENVENIDOS AL BLOG DE FLOR MAR Y OJITO

HOY CON UN RECUERDO DE PUEBLO ANTIGUO: el Bar La Machaca.

En la década de los setenta existían costumbres de diversión muy diferentes a las de ahora. La juventud buscaba la forma de disfrutar del tiempo libre luego de cumplir con sus tareas diarias, de trabajo duro pues todo era basado en la economía y bienestar de la familia, esa familia que era bastante extendida: mamá, papá, hijos, abuelos, tíos, primos y por que no?, amigos que a diario se reunían para disfrutar de un rato de tertulia y ,nada más apropiado, que ir a un pequeño bar al que acudía todo el pueblo.

En el pueblo viejo de Conejeros,  vio nacer un sitio de disfrute para con los amigos, era un bar, al que le colocaron un nombre algo extraño, "LA MACHACA". Este nombre lo tomaron de una canción de moda en esos días de un conjunto colombiano, la cual cuenta una historia de picardía que a todos deleitaba.

Precisamente en ese sector de Conejeros se celebraban las festividades en homenaje a San Isidro Labrador el cual se engalanaba con la mejor alegría y regocijo, por lo que el dueño de "La Machaca" siempre buscaba ofrecer a los habitantes una actividad especial contratando a los conjuntos de moda para que la población degustara y viviera un gran baile a lo grande. Grupos y orquestas como Los Gran Rojos, Ritmo del Caribe entre muchos otros hacían de las delicias de los jóvenes y viejos bailarines, como el popular Nicolás, al cual le compusieron una canción especial por ser el alma de la fiesta en el bar La Machaca 

En "La Machaca" muchos se enamoraron y disgustaron por aquellos días, pero no dejaban de acudir hasta su pista de baile y dar los pasos de moda con su pareja por lo que compraban un ticket y podian danzar un set de canciones interpretadas por vocalistas de la localidad como José Mercedes Carreño y Reinaldo Patiño

Por algún tiempo funciono como centro de diversión hasta que el llamado progreso llegó a derribar sus cimientos.

 


miércoles, 7 de septiembre de 2011

UN APRENDIZ DE MAGO. CUENTO DE FMPDV

En los años 60, cuando se celebraba la fiesta del Valle, como decían en mi casa, mi abuelo Mercedes preparaba un espectáculo de "magia" con un gran número de cosas que había aprendido en sus viajes a la India.
Ir a la India y no entusiasmarse con los encantadores de serpientes y magos callejeros es como no haber ido. 
Por aquel tiempo, del año 1.935, de su viaje al Mar Rojo, estuvo varios días en algunas ciudades hindúes, donde adquirió un juego muy especial de "sacar" la suerte a las personas. 
Este juego constaba de un atril, pintado en un color rojo brillante, en cuyo centro colocaba un gran frasco transparente, contentivo de tres muñequitos hechos de caucho a los cuales colocó el nombre de Teodorito, Dorila y Panchito. Y he allí donde estaba "la magia", pues dichos muñequitos, acataban las ordenes que mi abuelo les daba para sacar el signo zodiacal al gusto del cliente.
Cuando niña, me entusiasmaba saber ¿cómo hacía para que el muñequito que uno quería sacara el papelito fuera y extrajera de su caja dicho signo?. Todavía hoy no lo se... Bueno, dicho frasco era recubierto con una tela de terciopelo negro del cual, como un turbante hindú, tenia colocado muchos collares y cuentas de colores que lo hacían aún mas llamativo.
 Me acuerdo que mi hermano Reinaldo, el mayor de todos, le acompañaba hasta la plaza de El Valle y allí ayudaba a instalar el pequeño y extraño tarantìn de colores. Por supuesto, esta atracción atraía a muchas personas: hombres, mujeres, niños, todos querían que los muñequitos le dijeran su "suerte" y más cuando algunos, querían saber cual era el "truco" para hacer subir y bajar a los muñequitos que tu querías, no el que dijera mi abuelo, el cual complacía a todo el mundo con sus ocurrencias.

El tiempo ha pasado, pero los gratos recuerdos sobre mi abuelo perduran. Hace unos días, mi tía sacó los muñequitos y el frasco de vidrio para enseñárselo a las nuevas generaciones, pero, lamentablemente nadie de la casa aprendió el truco de "hacerlos mover a voluntad", sin embargo están guardados con mucho cariño por lo que representan para nosotros. 

miércoles, 31 de agosto de 2011

SER GUAIQUERI.

Tuve la dicha de nacer en esta isla maravillosa llamada Margarita. Desde muy joven, escuchaba a mis abuelos y a mi mamá decir que eramos descendientes de la etnia guaiquerí, porque sus antepasados habían nacido en la Cruz Grande, en Palguarime, en El Poblado sitio donde tenía su asiento  dicha etnia. Y recuerdo que ellos enumeraban las características físicas que cada niño o niña que nacía en la familia heredaba de ese antepasado: pelo liso negro, piel canela,gusto por los colores alegres: rojo, azul, verde, naranja, amarillo, predisposición al canto o improvisación de temas folclóricos, y muchos otros rasgos que nos hacían vivir con el orgullo de ser Guaiquerí.
Entre todas las tenias venezolanas, la guaiquerí fue mas amistosa y opuso menor resistencia a la colonización y por eso fueron declarados vasallos libres. Ellos (mis abuelos) decían que no todos los nacidos aquí eran descendientes de los antiguos pobladores indígenas margariteños, pero que, con el tiempo siguió el sincretismo cultural y digamos así racial, se fue perdiendo la etnia. Sin embargo,según los adelantes científicos en ADN mitocondrial, se puede determinar si eres indígena o no. Estando en una reunión de interculturalidad, llegó hasta mi, la información que, a través de la detección de un gen, conocido como el Gen Diego, podríamos saber si en verdad somos perteneciente a esa etnia Guaiquerí, ya que la mayoría de las etnias o familias indígenas de América comparten ese gen particular, genéticamente hablando. Bueno, comprueben o no este dato, la verdad es que somos GUAIQUERÍS por todos lados. Los habitantes de estos pueblos o caseríos, hasta hace poco tiempo tenían una casa Comunal donde se llevaba un control, sobre todo de las tierras de origen, heredadas de dicha familia indígena, a la cual algunas familias, censadas por la Comunidad de Indígenas, tenían derechos de parcelar.
Ser Guaiquerí significa estar arraigados a las tradiciones familiares, culturales, religiosas que se van extendiendo a todos los pobladores actuales. Entre ellas tenemos el culto a la Virgen del Valle, cuya réplica de la imagen veneran en la iglesia de El Poblado e igualmente se tiene un día especial, donde los descendientes de los guaiqueríes celebran su día cada 9 de septiembre y van en procesión hasta el santuario del Valle con un gran estandarte a rendir culto a esa imagen tan antigua.Desde el punto de vista cultural y musical, se comparten diversiones,galerones, rimas y prosas, cantos a la naturaleza y un sin fin de temas que asoman por todos lados el rasgo guaiquerí.

RECUERDOS DE CONEJEROS: BAR LA MACHACA

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